¿Qué hacer en Bilbao para no caer en los trillados caminos de todo novato agarrado a su Lonely Planet y descubrir cosas nuevas para disfrutar de todo el potencial de la ciudad y presumir de bilbaíno de pro a la vuelta a casa?
Obviamente el Guggenheim, la Alhóndiga, el Museo de Bellas Artes, el Casco Viejo o el funicular de Artxanda son visitas imprescindibles que no os debéis perder cuando estéis en la ciudad, y que vuestra guía de viaje contemplará sin duda. Pero hay algunos consejos ‘extra’ para disfrutar al máximo de estas y otras visitas
Guggenheim Plus
Antes de visitar el Guggenheim Bilbao, uno de los museos más espectaculares del mundo, no dejéis de consultar su calendario de actividades, siempre lleno de atractivas propuestas, muchas de ellas también pensadas para disfrutar en familia. No es el caso de Art After Dark, su cita mensual para noctámbulos arty, donde se reúne todo tipo de fauna urbana para bailar al ritmo que marcan dj’s de renombre internacional. Una disco con mucho arte en colaboración con Fever Club. La pega: en julio y agosto no se celebra.
Terrazas imprescindibles:
El verano en Bilbao no suele regalar tres meses de sol y playa, pero cuando llegan días con buena temperatura y sol, tanto locales como visitantes se lanzan a la calle a disfrutar de la ciudad, de los paseos por la Ría o de alguna de las fantásticas playas de Bizkaia. Una de las mejores formas de disfrutar de estos días es visitar alguna de las terrazas de verano de Bilbao.
Con unas vistas espectaculares del museo Guggenheim y de la Ría, la terraza del hotel Silken Gran Domine Bilbao es un imprescindible del verano.
La Alhóndiga Bilbao, centro cultural polivalente firmado por el francés Philip Starck (no olvides coger un folleto sobre las 43 columnas de la sala central, el Atrio de las Culturas, en el punto de información), también dispone de una estupenda terraza de verano en la que ver y ser visto. Todo el Bilbao moderno -incluyendo a los jóvenes jugadores del Athletic- pasa por aquí cada verano.
De vuelta a los alrededores del museo Guggenheim, su propuesta informal de restauracción, Bistró, dispone de una preciosa terraza con vistas a la Ría, pero sólo es accesible a los clientes del restaurante. La opción libre a todo el público es la terraza frente al museo, con música de jazz en directo todas las tardes de verano.
La Plaza Nueva del Casco Viejo es otro de los puntos de Bilbao lleno de terrazas, la mayoría pertenecientes a los bares de pintxos, ideales para disfrutar no sólo de un refresco sino, por supuesto, de alguna de las delicias gastronómicas que se cocinan en la ciudad.
Los ascensores de Bilbao:
Una de las peculiaridades más curiosas de Bilbao son sus ascensores. Se utilizan para salvar las alturas que abundan en una ciudad, que trepa al monte en cuanto se aleja un poco de la Ría.
Lamentablemente, uno de los más curiosos, el Ascensor de Begoña, ha sido cerrado recientemente por que el negocio -a unos 40 céntimos de euro el viaje- no resultaba rentable, según la empresa gestora. Tanto los vecinos a los que daba un gran servicio como los amantes de la arquitectura y de los edificios singulares intentan que se recupere este peculiar servicio, de gran utilidad para los bilbaínos y realmente sorprendente para los turistas. Las alternativas: nada menos que catorce ascensores repartidos por toda la ciudad y el rey de todos ellos, el precioso funicular de Artxanda, que sube al monte del mismo nombre y al parque desde el que disfrutar de unas fabulosas vistas de toda la ciudad. También es muy recomendable el ascensor del puente de La Salve (Príncipes de España es su ignorado nombre oficial), en la margen derecha de la ría frente al Guggenheim, que permite disfrutar de la mejor vista del museo y de la ría.